lunes, 9 de noviembre de 2015

El Desafío de los 30 Días. Día 9.

Pregunta 9: Espera, espera, espera… ¿todavía no hemos hablado sobre dungeons? Pues ya es hora, y más si estamos situándonos en un ambiente medieval fantástico. Seguro que alrededor de Highdell conoces un dungeon. Una sucesión de cavernas, un sotano que se abre a una sección de las alcantarillas medioenterradas, una torre cuyos subterraneos se encuentran por explorar. Por favor, cuéntanos lo que sepas de dicho dungeon.

 
En el Patio de Armas de Highdell, en pleno centro de la urbe, podemos encontrar una escena algo atípica, una guardia constante de cuatro soldados bien armados custodian lo que parece ser una gran tapa de alcantarilla sellada en el suelo. Día y noche puede encontrarse esta guardia con su ceremonial relevo cada cuatro horas. Sus habitantes suelen pasar cerca sin darse casi ni cuenta ya que desde hace muchos, muchos años siempre ha sido igual, incluso se dice que cuando un nuevo alcalde es elegido tiene la obligación de mantener la vigilancia y hacer un pacto de silencio sobre lo que se esconde tras esa tapa de hierro forjado, solo son muy pocos los afortunados que tienen una ligera idea del misterio que envuelve ese lugar.
Pero no hace mucho llegaron a Highdell un grupo de cuatro hombres con un mandato real para investigar el hecho y aquí hemos podido encontrar parte del informe que redactó el único superviviente, ruego a quienes lo lean que no lo difundan para evitar crear el pánico entre la población:

-” Después de tratar con el alcalde y gracias a la misiva real hemos conseguido que nos dejen bajar para anotar todo lo que veamos ahí abajo. Las gentes dicen que se trata de la mismísima puerta al infierno pero por una vez vamos a descubrir de que se trata.
Vamos bien equipados con linternas de aceite y antorchas, cuerdas, mochilas con herramientas y útiles de escritura, ademas, Lars y yo vamos acompañados por dos veteranos sargentos muy diestros con la espada, no sabemos lo que podemos encontrar aquí abajo pero no creo que sean mas que ratas de cloaca.
Nada mas descender los guardias de la superficie han cerrado firmemente la tapa, menos mal que teníamos las lámparas encendidas, la oscuridad es absoluta. La primera impresión es que estamos avanzando sobre un suelo metálico, parece hierro de muy buena calidad y colocado por manos expertas. Al igual que el suelo, las paredes y techos son iguales, en las paredes hay formas y símbolos que no logramos entender, vamos a empezar a copiar todo lo que podamos para luego investigar en la biblioteca.
Llevamos unas dos horas aquí abajo, esto es enorme, hemos pasado por varias bifurcaciones y cruces así como férreas puertas en las paredes sin ningún tipo de mecanismo de abertura. Hemos decidido separarnos para poder abarcar mas, aunque no es agradable estar aquí abajo tampoco parece peligroso, cierto es que hemos escuchado de vez en cuando unos siseos lejanos típicos de las alimañas que pueblan las ciudades. Lars y el soldado Vanaheim han cogido el pasadillo a la izquierda mientras que Ulrich y yo a la derecha, me siento seguro con este grandullón acorazado y su mandoble siempre dispuesto.
Mierda! Algo pasa, ha pasado aproximadamente media hora desde que nos hemos separado pero estamos escuchando los gritos de ayuda de Lars, el siseo ha aumentado hasta hacerse ensordecedor y corremos hasta su zona.
Demasiado tarde, esto es horrible, tanto Lars como Vanaheim están salvajemente mutilados, de hecho solo hemos encontrado el torso sin cabeza del sargento, un reguero de sangre fresca sube por la pared y desaparece tras una plancha abierta en el techo. Es hora de volver lo mas rápido posible.
No puede estar sucediendo esto, creo que nos hemos perdido y hemos llegado a una habitación enorme llena de unos capullos de medio metro de altura que rezuman un icor nauseabundo, hay que retomar el camino como sea...
Perdón por mi escritura, apenas veo nada, tengo la lámpara cubierta para evitar ser visto aunque esos diablos no creo que necesiten luz para saber donde estoy. Voy solo, Ulrich ha muerto enfrentándose a dos demonios que han salido del techo, son negros como el azabache y su cuerpo duro y resbaladizo como las piedras de río. Una de las bestias ha recibido un impacto del espadón de mi compañero pero una sangre espesa y verde ha caído sobre su brazo quemandole hasta el hueso cosa que le ha hecho perder el arma. Seguidamente el segundo le ha perforado el pecho acorazado con su cola acabada en un espolón dándole muerte. Durante esos segundos yo he podido escapar y correr todo lo rápido que he podido.
Finalmente he conseguido llegar hasta la entrada y los soldados me han abierto y sacado, estoy agotado y en estado de shock, tengo que entregar estas notas lo antes posible, en estos momentos en mi cabeza solo resuena la historia de ese loco que nos enseño el pergamino dibujado donde salia la estrella que caía del cielo enterrándose en esta zona...."-




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