domingo, 8 de noviembre de 2015

El Desafío de los 30 días. Día 8.

Pregunta 8: En todas las historias de leyenda en algún momento se habla de objetos maravillosos y fantásticos. En algunas ocasiones son armas, y en seguida nos viene a la mente la poderosa y determinante Excalibur, pero otras nos acompañan como nos acompañaron en los sueños. Dardo, las Dragonlance o las famosas espadas gemelas de Elric acompañaron con sus leyendas las historias que leíamos. También leíamos de otros objetos maravillosos. ¿Que si un Anillo Único, que si unas Botas de Siete Leguas o un Arpa de Oro, que si un Vellocino… que objeto maravilloso podrán encontrar unos aventureros en las inmediaciones de Highdell? (Importante el tener en cuenta lo de las inmediaciones…)

Muy cerca de Highdell, hacia el este, vive un ermitaño en una cuerva natural, poco se sabe de él solo que fue un notable ebanista en la ciudad, al parecer sus trabajos en madera eran de lo mejor de la zona y los nobles locales solían encargarle delicados trabajos como barrocos marcos para sus obras de arte, finos ornamentos para las habitaciones, robustas y preciosas empuñaduras para sus dagas y otras muchas piezas de calidad.
Durante años y gracias a su trabajo pudo costearse tanto para él y para su familia una vida bastante acomodada con lujos fuera del alcance de muchos de su clase social. Un buen día llego al pueblo un extraño joven de pelo rojizo envuelto en una pesada capa negra, según decía había llegado a sus oídos la fama del ebanista y tenia un encargo para él.

Ambos se dieron cita en una de las tabernas de la ciudad y charlaron durante toda la tarde, al acabar, el artesano volvió a su hogar con una bolsa cargada de oro y un encargo pendiente, aunque la gente pagaba bien casi nadie pagaba cantidades tan altas por adelantado.
Noche tras noche  la luz del taller de madera estaba encendida y rítmicos sonidos de herramientas delataban que el ebanista estaba enfrascado en un largo y laborioso trabajo. Tras treinta largas noches llegó la hora de la entrega del trabajo al joven del pelo rojo, volvieron a verse en la misma posada y en la mesa de uno de los reservados por fin se descubrió el trabajo.
Se trataba de una base cuadrada de madera con sesenta y cuatro cuadrículas alternas de colores claros y oscuros, sobre la base se colocaban enfrentados dos juegos compuestos por 16 exquisitas miniaturas de madera tallada representando soldados y caballeros de varios tipos, soldados ligeros, otros mas pesados con robustas armaduras, jinetes a caballo acorazados y un rey y reina ataviados para la batalla. El ebanista había realizado un trabajo excelente, cada miniatura parecía tener un rostro distinto de la otra, casi parecían ejercitos reales en miniatura. Tras entregar el trabajo cobró otra bolsa de oro igual que la primera y tras un apretón de manos se despidió del misterioso joven.

Lo que no sabía el artesano era que acababa de entregar un trabajo a un hechicero diabolista el cual mediante magia negra hechizo el conjunto de miniaturas de madera. El resultado del hechizo pudo verse días después en la batalla del Valle de las Sombras. El ejercito del príncipe Ballador plantaba cara a las huestes invasoras del señor de la guerra Doomforge con la intención de detener su campaña de terror que asolaba las tierras cercanas, al chocar los ejercitos algo extraño sucedió, los bárbaros de Doomforge parecían estar poseídos por demonios, tenían fuerza sobrehumana y resistian heridas que habrían matado a un toro al momento,en cambio, los bien formados hombres del príncipe se comportaban como niños persiguiendo gallinas en el corral, eran abatidos sin piedad y sin apenas oponer resistencia. La batalla fue rápida y trágico el final, Doomforge decapitó al príncipe con su hacha de batalla rodeado de sus hombres que festejaban la victoria sobre los cuerpos sin vida de los soldados. Doomforge miró hacia una colina cercana e hizo un minúsculo gesto de victoria con su mano ensangrentada. En la cima de la colina, el joven demonólogo de pelo rojo sonrió, tenia sobre sus piernas el tablero bicolor, las miniaturas de color oscuro estaban todas en pie mientras que las de color claro estaban todas tumbadas incluidas las que representaban al rey y la reina. Desde el primer momento él junto con su magia negra habían decidido el curso de la batalla, era un placer trabajar para Doomforge, ahora solo tenia que esperar a recibir su recompensa por su mágica ayuda.
Recompensa que nunca llegó a cobrar ya que al oír un crujido de ramas se volvió rápidamente justo para ver como el ebanista le atravesaba la garganta con una afilada daga, de sus ojos manaban lágrimas al ver la matanza que había causado su obra y no haber podido llegar antes para detener la cruel batalla.

Enloquecido por tanta muerte sin razón recogió el conjunto de tablero y miniaturas para iniciar una nueva vida como ermitaño, abandonó su hogar y vago sin rumbo durante muchos años alimentándose de la caridad de las gentes y durmiendo donde podía. Ya anciano volvió a las cercanías de Highwell para instalarse en una pequeña cueva. Según parece, entre sus escasas pertenencias todavía puede encontrarse el tablero con las piezas envuelto en gruesas mantas rebosante de terrible magia negra. Quien sabe que podría pasar si cayese en manos equivocadas?





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