domingo, 22 de noviembre de 2015

El Desafío de los 30 días. Día 22.

Pregunta 22: Ayer estuvimos detallando las relaciones entre algunas entidades creadas en el capítulo 4 del desafío. Pero las entidades no solo se ven influenciadas entre los propios dioses, sino que además, tienen bastante influencia con el mundo que les rodea, y en concreto, con los mortales que habitan en dicho mundo. Describe una idea de aventura con dos entidades distintas de las descritas en el capítulo 4.

 Cormac siempre había sido el más débil de los cinco hijos de Krauss pero trabajaba como el que más,  ya desde jóvenes los cinco hermanos habían tenido que ayudar en las tareas de pastoreo y cría de ganado ya que era el único sustento de su numerosa familia. Un buen día de otoño un poco antes de la salida del sol el joven Cormac salto de su camastro, tomo un frugal desayuno a base de pan y queso de cabra y salió al frío exterior para sacar el ganado del redil y llevarlo a las zonas de pastoreo. La escena que vio ante sus ojos le dejó petrificado y de un grito despertó a su padre y hermanos, la puerta del redil estaba destrozada y las cuarenta y dos ovejas estaban ensangrentadas, sus cuerpos mutilados yacían sobre los montones de paja. Quizás alertado por el grito Cormac pudo ver una forma humanoide pero con rasgos de carnero que salia brincando colina arriba. Al momento llegaron sus hermanos y su padre todos ellos armados con herramientas de trabajo y alguna lanza maltrecha, Krauss escupiendo vigorosamente maldijo un nombre,  El Gorocha.

Hacia mucho, mucho tiempo que los esbirros de El Gorocha, el Engendrador de Monstruos como era conocido por las Tierras Altas, no causaban problemas tan graves, ahora todo cuadraba, desde hacia semanas la mayoría de las  granjas vecinas había sufrido ataques similares y todo apuntaba a una hueste de Faunos salvajes, criaturas creadas por el bestial dios.
El ya anciano Krauss no estaba en condiciones de luchar pero si los cuatro hijos mayores, todos ellos fuertes como robles y hábiles con el manejo de las lanzas. Para el pequeño Cormac tenia otra tarea que encomendarle no menos difícil.

Le explico con mucha atención que su misión sería descender al valle para dirigirse a la ciudad de Highdell, una vez allí buscar a un grupo de aventureros y convencerles para ayudarle a que le acompañasen a un complicado viaje, para ello reunió una bolsa de cuero con doscientas monedas de oro que habían recogido de los ahorros de todos los granjeros de la zona.
La finalidad del viaje era adentrarse en las montañas hasta toparse con Oobek,  el Dios de las Cumbres Salvajes, aunque se trataba de un dios menor era el único capacitado para frenar a los monstruosos hijos de El Gorocha. El camino no sería fácil, por un lado tendrían que verse las caras con los asaltantes faunos a la vez que caer en gracia al Dios de las Cumbres Salvajes, cosa complicada ya que tendrían muchas posibilidades de perecer bajo uno de sus provocados derrumbes. En su mochila de viaje Cormac llevaba deliciosas viandas para ofrecer al caprichoso dios y seguro que por el camino encontraría flores y frutos silvestres ideales para calmar su ira y pedirle ayuda para enfrentarse a El Gorocha.

Bien pertrechado y con su fiel honda atada a la cintura el joven pastor de despidió de su padre y hermanos y emprendió veloz el descenso al valle, estaba seguro que algún grupo de valientes encontraría, o no...






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