miércoles, 21 de octubre de 2009

El premio Pulitzer

Chicago, abril 1930.

La gran crisis del 29 hace estragos en la sociedad norteamericana, la pobreza ha llegado a limites insospechados y el pueblo necesita un gran empujón para sacar adelante sus vidas. El trabajo escasea y cualquier bien cotidiano se ha convertido en un lujo para la mayoría, así que en estos tiempos amargos la gente necesita evadir su mente como sea de la triste realidad. Una manera económica de distracción es la prensa sensacionalista, la cual muestra gran variedad de noticias tanto creíbles como increíbles, así que empieza una carrera por conseguir el bombazo que cause estragos en la sociedad.

Es ahí cuando entra en juego Rick Norman, reportero de mediana edad cuya fama paso a la historia hace ya unos años, ganándose la vida como fotógrafo de un mediocre periódico de escasa tirada y haciendo de ayudante de cámara en unos estudios cinematográficos.
Un buen día, Rick recibe una carta de un lejano tío suyo, con fama de aventurero, el cual le cuenta algo sobre una antigua civilización en la selva peruana que esconde grandes tesoros en unas antiguas ruinas, incluyendo en el sobre una extraña moneda de oro que corrobora la historia.

Sin pensárselo dos veces, nuestro reportero consigue liar a Matt, un buen amigo suyo conocedor de tierras lejanas por su afición a la caza mayor, carisima actividad la cual se puede permitir gracias a una millonaria herencia familiar.
Decididos, ambos amigos cierran un trato con Hank, el borracho capitán de un mercante que se dirige hacia la zona para recoger una mercancía de dudosa legalidad de un puerto cercano.

Tras la larga travesía, el grupo formado por el periodista, el cazador, el capitán y un soldado contratado como escolta se adentran en un bote hacia la zona indicada en el mapa. A parte del tesoro, la idea de Rick es hacer la grabación de su vida que le permitirá llevarse el premio Pulitzer y acabar con su miserable vida de penurias.





-Rick, no me decías que esta zona selvática estaba deshabitada??-

-Ufff, pues eso me decía mi tío en su carta, pero yo también he visto moverse algo entre el follaje.-

-No tenéis que preocuparos de nada, mi instinto me ha permitido sobrevivir a gigantescas fieras en el continente africano, unos pocos indígenas no son problemas para mi, además, tenemos con nosotros a un veterano de guerra, como decías que te llamabas chico?-

-Soy Michael señor, la verdad es que de mis tres años en el ejercito me pase dos y medio en el hospital militar, el camión en el que viajaba pillo un bache y.............-





De repente, una flecha salio de la espesura impactando en el hombro del joven soldado, haciendo que el grupo se tirase al suelo instintivamente, con los ojos saliendo de sus cuencas intentando ver de donde venia el afilado proyectil.
Seguidamente, una lluvia de flechas siguió a la primera cubriendo el aire de mortales virotes atravesándolo todo a su paso.

-Agachaos!! están ahí enfrente, entre los matorrales, creo que he dado a uno- grito Matt al grupo, esto no estaba en el contrato, mi trabajo solo era llevaros hasta el embarcadero de Punta Grande, demasiado hacia adentrándome en la selva con vosotros!!, esto os va a salir mas caro!!- gruñía Hank a la vez rociaba de plomo la selva con su thompson de contrabando.



Entre la habilidad con el rifle de Matt y la pericia de Michael, los cuatro aventureros consiguieron mantener al menos durante un tiempo el ataque indígena, no sin recibir varias heridas leves causadas por las flechas. Siguiendo el sendero marcado en el mapa, entre la espesura vieron como un enorme templo cual gigante de piedra dormido resaltaba sobre el cielo azul oscuro del atardecer, la luz jugaba en su contra y eso un problema añadido.

- Parece que nos hemos librado de los insistentes habitantes de la isla, estáis todos bien?, mi herida de la pierna no impedirá que llegue a ese montón de escombros y me lleve algo de oro, seguro que con eso podre comprarme el ultimo modelo de rifle de precisión, me falta la cabeza de un rinoceronte en el salón, me oís chicos??, chicos??....-

- Matt, a tu espalda!!!!- grito Rick, a la vez que instintivamente Michael sacaba su cuchillo de combate para hacer frente a la nueva amenaza, una criatura azulada apareció entre unas pequeñas palmeras atacando a Matt con unas garras descomunales.





Gracias al rápido aviso, el cazador rodó sobre si mismo y apunto con su rifle a la bestia, la cual luchaba contra Michael, el joven pero valiente soldado clavo su cuchillo en el torso del animal antediluviano, justo que escucho el grito del cazador de que se tirase al suelo.
Un disparo sonó en la selva, basto una certera bala bien dirigida en el cráneo de la bestia para que esta cayera con la cabeza volatilizada debido al calibre del arma.
Rick y Hank ayudaron al soldado a levantarse, había sufrido una terrible herida en el hombro izquierdo y tuvo que recibir unos improvisados primeros auxilios.



Después de descansar unos minutos, el grupo se acerco a las ruinas, siendo acosados de nuevo por los indígenas, esta vez, un eufórico Hank (su petaca de whisky estaba vacía) los mantenía a raya con sendas ráfagas de subfusil, mientras que Rick ajustaba las rollos de cine a la aparatosa cámara que portaba en la mochila.



-Rick date prisa!, es el ultimo cargador que me queda, estos malditos indígenas salen de todos lados, Michael parece que ha perdido el conocimiento y a Matt tampoco le sobran muchos cartuchos de rifle.-

Distraído en su misión de grabar y fotografiar todo, Rick no se dio cuenta de el caudillo de la tribu de la zona hacia su aparición, amenazando un enorme bastón su desprotegida espalda.



Hank debió calentar demasiado su querida thompson, y en el momento menos oportuno se encasquillo, quedando a merced de media docena de indígenas, Michael, a su lado, había recuperado la consciencia y en un acto de valentía cargo contra el enemigo con el filo de su puñal por delante. Estaban en inferioridad, ellos lo sabían, pero el soldado y el capitán retuvieron a los indígenas hasta que llego el momento fatal, con unos bien dirigidos machetazos, los dos amigos perdieron literalmente la cabeza.



Matt, no estaba en mejor posición, observaba la escena a unos escasos metros con solo una ultima bala agarrada entre los dientes, los enemigos se giraron hacia él con las cabezas de sus compañeros. En ese preciso instante, llego a la conclusión de que estaba perdido, así que uso su ultima bala para hacer un lejano tiro hacia la corazón del jefe de la tribu, salvando a Rick de una muerte segura, a la vez que cuatro indígenas se lanzaban sobre él.

Al caer el caudillo, los indígenas poco a poco desaparecieron en la selva, dejando terminar el trabajo al reportero, un carisimo trabajo.
A duras penas, con solo un revolver como arma y cargado con las preciadas películas, Rick consiguió llegar al bote que le llevaría al barco.





En unas pocas semanas, su trabajo resulto todo un éxito en Chicago, dedicando toda su labor a sus malogrados compañeros y siendo nominado para participar en los premios Pulitzer.