Siguiendo la adoquinada Calzada del Mercader, siempre hacia el este, podemos ver a lo lejos una población costera de pequeño tamaño. Lo primero que destacamos es una enorme torre que parece estar algo separada del resto de casas. Así como nos vamos acercando, a los lados de la Calzada nos encontramos con grandes extensiones agrícolas en su mayoría arrozales anegados de agua, si es de día seguro que veremos a los primeros habitantes de la zona recogiendo el diminuto cereal blanco.
Como curiosidad, si este viaje lo hacemos de noche veremos en el horizonte una brillante luz naranja que gira sobre la torre, es en esos momentos cuando nos damos cuenta de que se trata de un antiguo faro.
Aunque de una visión hermosa, viajar de noche no es muy recomendable ya que en las colinas cercanas hay varios asentamientos de nekogoblins, no suelen bajar a los cultivos normalmente pero si que en grupos grandes se pueden envalentonar e increpar a los viajeros y lugareños.
Entrando en la aldea podemos leer Punta del Faro en un enorme cartel decorado, la impresionante torre luminosa además de luz por las noches cede su nombre a la población, un fuerte olor a salitre invade nuestros sentidos.
Sus habitantes son son de escasa altura, con suerte algo mayores que un niño alto, de tez morena y pelo oscuro en su mayoría. Los varones muestran finas barbas trenzadas decoradas con abalorios creados artesanalmente con conchas marinas, los mismos abalorios los usan las mujeres para decorar su cabello y adornar sus vestidos.
La primera impresión es posible que nos parezcan toscos en sus formas pero al poco de tratar con ellos se abren a los viajeros, y más si estos portan materias primas de tierras lejanas para su comercio.
Tras esta primera impresión y compartiendo unas cervezas tibias en la taberna nos contarán que llevan muchas generaciones viviendo aquí, actualmente son unos trescientos habitantes los cuales viven a partes iguales de la pesca y de la recolección del arroz, el pescado suele secarse y salarse y junto con el cereal es llevado por todas las aldeas cercanas para vender o realizar trueque.
Nos contarán que el faro lleva mucho mas tiempo que cualquiera de sus antepasados, al parecer los primeros pobladores llegaron en carretas desde el interior encontrando las ruinas del faro y de la pequeña casa adosada a la torre. Los inicios fueron complicados ya que las ruinas estaban habitadas por una tribu nekogoblins salvajes y los enfrentamientos entre ellos no fueron muy amistosos. Al final pactaron una tregua con su caudillo y se quedaron en las ruinas a cambio de entregarles regularmente cierta cantidad de pescado fresco. Hoy en día aún se siguen dejando cinco cestas de pescado encima de una roca en las afueras de la aldea, aunque la tregua sigue, jóvenes y belicosos nekogoblins intentan de cada vez mas acercarse a las casas.
Lo primero que se restauró fue el faro y la casa y a su alrededor empezaron a levantarse el resto de hogares y edificios comunes, de ahí a lo que es ahora poco mas ha cambiado Punta del Faro.
Actualmente la aldea tiene un gran edificio comunal que hace las veces de lonja del pescado, en tal edificio se reune regularmente en asamblea el llamado Gremio de Pescadores, básicamente los ancianos del lugar que con su experiencia organizan y gobiernan de forma mas o menos sensata Punta del Faro. Normalmente estas asambleas se hacen en orden y tranquilidad pero esto no quita que algunos de estos ancianos sean algo cascarrabias y mas de una vez hayan terminado tirándose de sus barbas y arrojándose algún que otro taburete a la cabeza, pero eso ya es otra historia.
Lo que está claro es que Punta del Faro, a pesar de su pequeño tamaño es un lugar referente en estas costas y la interminable labor del faro es siempre agradecida por los barcos que de noche se acercan peligrosamente a los acantilados y playas de la zona.
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